Friday, December 7, 2007

El problema con las mascotas

La ventana indiscreta
El problema con las mascotas

Querer no es poder. Vivir con una mascota como un perro o un gato es un placer, y al mismo tiempo, puede ser una gran complicación. Especialmente para los que viajan mucho o para los que se pasan largas horas fuera de la casa. Y ni hablar si se trata de un apartamento. Tener un animal solo durante largas horas en un apartamento no es tarea fácil. Más allá del amor, el buen trato, la dedicación y los entretenimientos que el animal pueda tener, un apartamento no es lo más indicado. La casa ya se hace más accesible por el espacio y por la posibilidad de que pueda salir al patio.

Las leyes. La cuestión se agrava cuando se trata de una casa o un apartamento rentado. Generalmente los dueños de los apartamentos no quieren perros, y algunos admiten, a regañadientes, los gatos. Existe una ley nacional que permite que los ciegos y aquellas personas que requieren de una mascota, puedan tenerla sin que nadie se oponga. Pero el resto, sólo puede lograrlo si el dueño lo permite, o si los vecinos no se quejan. Es decir, el animal no debe alterar la tranquilidad de los vecinos, ni tampoco ser demasiado invasivo en la casa rentada. Por lo general los dueños, al término del contrato, tienen que sacar el olor que dejó el animal.

Buenas relaciones. Las cláusulas legales señalan que las mascotas no deben ser una molestia o un peligro para los vecinos ni para los que llegan a la casa. Cada ciudad, condado o estado tiene su reglamento, y deben cumplirse. Hace algunas semanas en una casa de Falls Church los bomberos que fueron a atender un incendio se encontraron con una casa que tenía más de 50 perros. Algunos en jaulas y otros sueltos por la casa. Y más allá de controlar las llamas, debieron llevar los animales para control de sanidad. También meses atrás, las páginas de los diarios locales hacían referencia a las familias latinas que viven en los suburbios y tienen en sus casas aves de corral. Los vecinos, sin ánimo de atacarlos por ser hispanos, se quejaron porque las gallinas invadían su jardín.

La renta sube. En los apartamentos alquilados, en la mayoría de los casos no se permiten animales, y hay que atenerse a esa cláusula o pedir la autorización correspondiente al propietario. En Florida, por ejemplo, las regulaciones autorizan a los dueños a exigir el pago de un segundo depósito. Este dinero podrá ser utilizado para cubrir los deterioros que hayan causado los animales. En el área de Washington, algunos edificios no sólo cobran un depósito sino que cobran un adicional por mes. Muchos podrán preguntarse el por qué de estas medidas y aducir cierta falta de “corazón” de parte de los dueños o vecinos. Pero muchas veces, los animales que son encantadores para unos, no lo son para otros.

maritza@eltiempolatino.com